jueves, 21 de febrero de 2008


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pruebo a escribir en el bloc de notas por primera vez mientras espero que me llame Dimitri. Dimitri es grande, con barriga grande y siempre viene fumando. Está haciendo los papeles de sus hijos porque en cinco años le caducan.Ya pasaron. Llevo tu bata y alguna horquilla despistada que se queda aquí más tiempo que yo. Y ya. El disco duro masca la música a ratitos.
'La vida a veces te invita a una ronda, te guiña los ojos, concede una tregua'.

Te vas. Asomadito a tu puerta. Veo en el reflejo del barniz en la madera como cierras tu casa. TU casa con su olor. Pienso en que he debido ir haciéndome sabia con el tiempo como tú piensas que aquella noche en el Bremen no te pasaste ni en una ni en otra dirección y entraste en aquel barco. Y en el 503 c. Porque yo andaba por el Bremen, qué quieres, sin esperarte y sí, asomada en cubierta, mirando el puerto lejos, la caída de la luz. Creo que los barcos zarpan al atardecer. Así salí de Grecia y llegué a Dubrovnik. Feliz simplemente de soltar amarras.
Qué poco me costó decirte que me gustabas.Fue a la segunda vez. Yo sí me acuerdo. Aun estamos en el mar del norte porque aun es invierno.Porque tal vez me había fijado en tí por la calle, si no de qué recordar tu chamarra verde de Amsterdam.
Ayer yo miraba a mi amigo, el rubito, el que no te deja ponerte calcetines blancos, al que le molesta el humo cuando no es suyo, el de la espalda derecha y el jardín ordenado, con su vidita de boy scout, con su novia premeditada de manual y me daba tanta tristeza haber perdido tanto tiempo.Tanta, que no me pude entender a mí entonces.

Yo le decía a alguien desde octubre que era 'ahora', que tenía un presentimiento bueno, de muchas cosas buenas juntas sobreviniéndose y a punto de estallarme en las manos. Y abres la puerta entonces de aquel camarote y entras, con el abrigo puesto, con la lucidez. Y dices: 'hazte para allá'. Y te hice hueco en el sofá blanco. Y lo decía una vez en un cobertizo. Jugando. Dijeron: escribe un nombre. Había velas que habíamos robado en nuestras casas. Es muy bobo, pero escribí uno. Con un rotulador azul como lo que tienes aquí en el bote de cristal, veo exactamente el color. sin intuición y con azar y casualidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A esto te contesté en el otro lado...

Pero me da cosa dejarlo así, tan vacío.

Con la de nombres que había, caray.

Con la de barcos que hay; caray.

¿No es bonito, ir dando tumbos y palos de ciego y rodando y saltando de vez en cuando y de pronto plaf, dormir con el tigre, mientras esperamos que Dmitri acondicione algún ala de palacio?